Abrí los ojos en el silencio
aspirando los perfumes de la soledad.
Atrás quedaron los naufragios
de amores marginales
Quemados en la memoria
sexualmente vacía de las noches.
Palabras desterradas,
secretos oscuros que dejaron de ser
en su mudez
y hoy son sólo gemidos
Evocación de música profana
o traición de apátridas amantes.
Pude haber amado de verdad
Si los dioses no me hubieran empujado
al ateísmo
Ante la magnitud de las catástrofes
que provocan los hombres en el medio ambiente
Deseé con toda mi alma
que nuestro planeta no hubiera conocido jamás
al ser humano
Y que la superficie de la Tierra
permaneciera cubierta de bosques y nieves perpetuas
Sin embargo no pensé en la soledad de los dioses
Les incitaría a perpetrar por segunda vez
el ciclópeo error de la Creación
Te ofreces como una diosa hecha a mi medida pero sabes que niego el amor a las estatuas y aún estás a tiempo de aprender el camino hasta el mar Negro en el que se bañan los hèroes hablan de tu pacto de sangre con las brujas que han rebosado tu cuerpo de hermosura a cambio de ser feliz un instante muy pequeño mientras tu fragilidad alcanza la mudanza
Una mujer me habló de su amor
en aquellos días en que me asfixiaba la desgana
y me ofreció compartir su sueño irrealizado
o talvez su utopía más hermosa
por un instante medité una respuesta
pero a mis palabras las apagó el silencio
y se me hizo tarde
sin que la necesidad me lo advirtiera
ella volvió sobre sus pasos
a deambular las noches que tan bien conocía
y mantuve distraída la mirada
mientras se alejaba estrenando otra desdicha
o acaso era el dolor que de nuevo la abrazaba
contra su cuerpo congelado
tan lejano aquel episodio en mi memoria
sigo caminando con obstinación la cobardía