Nenúfares de Claude Monet
I
El otoño, que viene de robar a los árboles
el disfraz de las hojas
quiere envejecer ahora
sentado en las rodillas de la nieve
y siente celos de Claude Monet
que vuelve de la eternidad
cada primavera
a pintar nenúfares
en su estanque de Giverny
II
No buscas la realidad en los ojos de nadie
ni frecuentas para conversar a los viejos conocidos
has comprado racimos inmaduros para calmar el ansia
escuchando en los labios del lienzo canciones inéditas
y nunca serás feliz sin poner un nombre
a lugares cercanos que has decidido no visitar
sobre un fondo de rojas arenas movedizas
quieres levantar los cimientos del suicidio
III
El incendio se propaga deprisa
en los egos heridos de muerte repentina
y amanecemos en un río de escombros
pasando totalmente inadvertidos
huele a lluvia reciente de impermeables
de una humedad tan familiar como tu cuerpo
y me limito a mirar en silencio el eclipse
que ha de surgir difuso sobre el faro
apago el cigarrillo contra las rocas
y sé que no he abrasado nuestro tiempo
IV
Me miro el rostro
en las aguas estancadas
aunque me niego
a verme reflejado en los espejos
imitando la ignorante sonrisa
de los soñadores
deseo la volátil viveza
de mi imaginación
que no llegue la oscuridad
cada tarde de domingo
y me abandonen ebrio
a la puerta de mi casa
oculto entre las hojas caídas
de los árboles
V
Entre sedas ocultan
los despojos de los ídolos
del lascivo acoso
de las ancianas sacerdotisas
porque murmuran
la cicatriz húmeda de tu virginidad
peinas de negro el corazón encendido
de tu frente
dime muchacha si tu vida
es de espinas o caricias
sobrevives para dar
un nuevo nombre a la farsa
y odias
que te juzguen cuando estás soñando
VI
Te ofreces como una diosa hecha a mi medida
pero sabes que niego el amor a las estatuas
y aún estás a tiempo de aprender el camino
hasta el mar Negro en el que se bañan los héroes
hablan de tu pacto de sangre con las brujas
que han rebosado tu cuerpo de hermosura
a cambio de ser feliz un instante muy pequeño
mientras tu fragilidad alcanza la mudanza
VII
Te has desnudado y el deseo
no penetra en mi cuerpo
cerrándome todos los caminos
que bajan a tu vientre
cuando intuyo que ha llegado
el momento del suicidio
perdí la voz
en el grito desesperado del aquelarre
negándole otras horas
a la bóveda de cristal de mi reloj
y te rechazo después de suplicarte
que me ames a escondidas
(Del poemario El paso del tiempo)
5 comentarios:
Bonito poema y bonita música.
Aunque no me presenté, me gustó conocerte el sábado, en el próximo Encuentro iré a saludarte.
Son bellos tus poemas, yo, aunque me gusta mucho, no me atrevo con la poesía, me siento incapaz de escribir poemas, pero me gusta leerlos y escucharlos.
Bonita música.
Un beso, Fernando.
muy buenos poemas, con ese característico halo de nostalgia y de soledad.
Un saludo.
Hola Fernando, fue un placer haberte conocido y compartir mesa contigo en la cena del encuentro.
Confía en que algún día, eso que decías, caiga por su propio peso en tus manos merecedoras. Un saludo.
Después de disfrutarte en vivo y en directo, aquí estoy disfrutando también de tus letras. Me encantó conocerte.
Un abrazo.
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