Pintura de Fernando Botero
I
El amor no muere sólo cambia de lugar
y he aprendido sin esfuerzo el oficio
de encender hogueras y quemarlo
antes de dejar abandonadas sus cenizas
En la huída voy llenando el mundo de tristeza
sumando corazones rotos colgados de las perchas
y cierro el armario que me entregó la luna
olvidándolo en una vida aparentemente seductora
II
Te has desnudado y el deseo
no penetra en mi cuerpo
cerrándome todos los caminos
que bajan a tu vientre
cuando intuyo que ha llegado
el momento del suicidio
Perdí la voz
en el grito desesperado del aquelarre
negándole otras horas
a la bóveda de cristal de mi reloj
y te rechazo después de suplicarte
que me ames a escondidas
III
No hay nadie que te ofrezca amistad duradera
resuelta a vivir bajo la superficie turquesa del cristal
alimentándote de los pétalos salvajes del pan ácimo
Ha llegado la hora y sacudes tus manos temblorosas
arañando al sollozo más allá del sollozo
y expulsas al respirar el aire helado de tu corazón
IV
Ha llegado la hora
de destruir todos los relojes
y crear el mundo de nuevo
incluso sin usar el sol
Habrá que reinventar la electricidad
para saber que hemos agotado
los recursos naturales
e incluso de las tormentas caerán
rayos helados
que nos impedirán imaginar el fuego
Estamos desnudos y los últimos pájaros
arrojan pétalos negros
en el seco lecho del Amazonas
V
No entiendo tu desprecio
ni que me prohíbas penetrar
en tu letargo
o que puedas sentir las voces
de un peligro imaginario
en las noches infinitas del presente
Me siento confundido por tus dudas
de que te parezca natural
ir llenando los vacíos del amor
que se evapora
los recuerdos y la pasión
de un ayer aún reciente
por un odio tan inexplicable
como absurdo
Cuando mis palabras se inflaman
con las llamas de tu apatía
la impotencia es una piedra que golpea
hasta hacer que brote la sangre
en mis sentidos
y la soledad
en forma de agitado mar
me ahoga sin remedio
VI
Herido por el amor
que me vendiste realquilado
subo los peldaños
de las alucinaciones
con la desgana marcada a fuego
en el azul ultramar de la noche
A la luz adormecida
de un cine que me evade
del trastorno
la pasión se escapa
junto a la vanidad
hasta el lugar
en el que sepultas tus cadáveres
Tu silueta desde hoy
se niega a compartir
mi sombra
y te imagino en este instante
aferrada a un vaso de ginebra
en la terraza de un hotel de tránsito
Espera
no lo hagas
deseo formularte una pregunta
¿Te apetece pactar con el olvido?
Puedes volver
a compartir mis quimeras
si te miras curiosa
en el espejo ficticio que seduce tu vacío
muralla que se derrumba
con la incertidumbre de tus ansias
4 comentarios:
Siempre es un lujo de lectura.
Me encanta esta poesia.
Llego hasta aquí y me sorpredo de la lectura, de la riqueza del blog. Voy a agregar el enlace a mi blog. Por cierto gracias por incluirme en la antología de poetas. Un saludo afectuoso
Aída, gracias a ti también
por tu poesía
a tu disposición
un abrazo
Fernando
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