os traigo la historia de aquel suicida
que vivía con plenitud su pasión amorosa
hasta que un imbécil le mencionó la leyenda
urbana que exagera interesadamente
la promiscuidad entre homosexuales
desde ese día no volvió a percibir
ni tan siquiera el canto de los pájaros
II
en la habitación semioscura del hotel
la trémula luz de una bombilla agiganta
las sombras, la soledad de una Elaine
ni joven ni vieja, quebrada la piel desnuda
por los estragos de la cocaína,
vencida por una vida que le resulta
totalmente ajena,
nada alcanza a motivarla, apenas
algo de sexo en un ascensor
con más bajadas que subidas cruzando
todos los vacíos
colgando de sus labios hinchados
se consume el penúltimo cigarrillo
junto a la frialdad de su inexistencia,
la muerte espera agazapada
esbozando gestos entre el ilimitado
paréntesis de todas las creencias,
otra noche incierta y todo su mundo
no logra llenar una pequeña maleta
de plástico
2 comentarios:
Realidades duras exquisitamente reflejadas en tus versos.
Un placer leerte.
Un abrazo.
GRACIAS LAURA
UN BESO
NANDO
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