viernes, 26 de febrero de 2010

POEMAS, Por Fernando Sabido Sánchez



I

Sobrevive sonámbulo agosto
absorto en la impostura
de una ciudad devastada
de habitantes
paisaje que precede
con sigilo al tedio
desatando la necesidad clandestina
del falso placer comprado
en la desnuda almoneda
de la calle

Tal vez nos creamos observados
desde el balcón sesgado
de la realidad
en la hora inoportuna
que sucede
al tímido rumor de la tarde
cuando el delirio adormece los sentidos
mas allá de los furtivos besos
que desembocan
en el sexo simulado

Se vuelve al punto de partida
con la cobardía embutida
en la mentira
ajenos a la desconfianza
de una felicidad sin fundamento
cuando la existencia se convierte
en una sucesión
de momentos repetidos



II

Permaneces secuestrada en ti misma
recluida en la expectante espera
de un imaginario aviso del destino
sombra que empuja el viento
por las dudas cómplices de tu letargo

No te es posible viajar
hacia el rincón de tu interior
que aún no conoces
es un castillo de arena
en el sueño de tu playa
despoblada

Bajaste de aquel tren
en una estación sin nombre
de un lugar desconocido
sin equipaje
y te vistió la noche
la soledad
o el frío que te enferma
del invierno

Nada puedo decirte
aunque me preguntaras
has roto hasta el reloj
que marcaba el tiempo
en el constante naufragio
de tu vida

Debes volver a la estación
sin prisa
elegir algún lugar
en una ciudad con nombre
para despertar en primavera
entre el humano murmullo
de otras gentes


III

El anciano está convencido
de que no aprenderá jamás a volar
y no le agobia la inevitable
proximidad del fracaso

Guarda en su interior
historias de amor
que esconde
al corazón vagabundo
desde una vida que se le antoja
aún muy corta

Incapaz de ofrecer a sus labios
el añejo gusto de la miel
se asoma de puntillas
a la frágil línea del horizonte
sin que le inquieten
las molestas picaduras del vértigo





IV

Allí están las banderas
presumiendo de patria
y de libertad
en el aeropuerto
donde se exige pasaporte
para negarles la entrada
a los miserables

En medio del mar
el inmigrante mira a las estrellas
y se desangra bajo un cielo insensible
contra su voluntad





V

Te has desnudado y el deseo
no penetra en mi cuerpo
cerrándome todos los caminos
que bajan a tu vientre
cuando intuyo que ha llegado
el momento del suicidio

Perdí la voz
en el grito desesperado del aquelarre
negándole otras horas
a la bóveda de cristal de mi reloj
y te rechazo después de suplicarte
que me ames a escondidas



VI

El amor no muere sólo cambia de lugar
y he aprendido sin esfuerzo el oficio
de encender hogueras y quemarlo
antes de dejar abandonadas sus cenizas

En la huída voy llenando el mundo de tristeza
sumando corazones rotos colgados de las perchas
y cierro el armario que me entregó la luna
olvidándolo en una vida aparentemente seductora



VII

Tu alma a contraluz
nunca comprendida
sola
no hay flores en el mundo
para nadie
salvo para los muertos

Te recuerdo con las alas rotas
en el silencio de tus noches
para ti, sola
fuego que poco a poco se apaga
sin calentar un amor
ni a los sueños

Tu alma libre
para ti
a solas



VIII

Te ofreces como una diosa hecha a mi medida
pero sabes que niego el amor a las estatuas
y aún estás a tiempo de aprender el camino
hasta el mar Negro en el que se bañan los héroes

Hablan de tu pacto de sangre con las brujas
que han rebosado tu cuerpo de hermosura
a cambio de ser feliz un instante muy pequeño
mientras tu fragilidad alcanza la mudanza



IX

Me traes tus manos
arrancadas de la tierra
a través de la noche
del viento y del amor
manchadas por un mundo
endurecido y áspero
que derrama vino añejo
sobre las abejas

Las tomo entre las mías
y me moja el sudor frío
que intenta devolver la furia
de la sangre
al corazón cien veces malherido
por las amargas impurezas
de la miel



X

No es posible prolongar el milagro
o reservar el tiempo que naufraga
de la niñez perdida
que se recuerda a deshora con angustia
en el depósito de cadáveres

Viven de sueños los bohemios primitivos
que se atraen por el enigma irredento de la carne
apelando al derecho de ser libres

Sólo prevalecen las fronteras
en la urbe invadida de refugios
donde los funcionarios asaltan a la intimidad
exigiendo añejos documentos ilegibles

La marginación se expande en bolsas de desdicha
colgadas en los suburbios de la ciudad maldita
y la fantasía dolorosa
es necesidad pendiente de un deseo

En la infraciudad de los desheredados
se vive la angustia moribunda de los días











EL POETA A SU AMADA de CÉSAR VALLEJO

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

1 comentario:

Maria Sangüesa dijo...

Tus poemas requieren sucesivas lecturas, saborear su intenso contenido y su estructura. Es gratificante encontrar unos poemas que huyen de lugares comunes, unos versos limpios y bien secuenciados. Y qué te voy a decir de la cunjunción entre César Vallejo y Paco Ibáñez... Un verdadero placer pasar por aquí y detenerse a disfrutar de la buena poesía. Un abrazo.