
LXIX
Me provocas vértigo
aún después de tanto tiempo
y no evoco la belleza
que pierdes con los años
Así es mi pasión por ti
Concisamente
LXX
Me exiges la verdad
¿Qué verdad, la tuya o la mía?
Suena insistentemente el teléfono
Y formulas la misma pregunta de siempre
¡Dime la verdad!
Ya ni tan siquiera contesto
Y cuelgo
Me exiges la verdad
¿Qué verdad, la tuya o la mía?
Suena insistentemente el teléfono
Y formulas la misma pregunta de siempre
¡Dime la verdad!
Ya ni tan siquiera contesto
Y cuelgo
LXXI
No soporto la fiebre creativa que me martiriza
cíclicamente, en éstas ocasiones cada vez más
No soporto la fiebre creativa que me martiriza
cíclicamente, en éstas ocasiones cada vez más
frecuentes parodio con ferocidad lo cotidiano
para poner de manifiesto el despropósito
y la incomunicación de la existencia
Ionesco me etiquetaría entre los poetas del absurdo
LXXII
Detrás de un deseo siempre negado
las viejas historias gota a gota
se pierden entre las sílabas del humo
Bajo mi piel casi sin darme cuenta
campan los desperfectos a su antojo
cual hijos putativos
que en la vejez la vida nos devuelve
para que el resto del mundo los conozca
Sobre mi piel los estragos del naufragio
la orografía que muestra la amarga sed de tiempo
a la contemplación morbosa de la gente
LXXIII
Los dioses disponen de identidad propia, la eterna
juventud que colma de energía sus cuerpos marmóreos
El más mortífero de los dioses, el dios de la guerra,
ordena tocar las trompetas si los esclavos gritan
Ionesco me etiquetaría entre los poetas del absurdo
LXXII
Detrás de un deseo siempre negado
las viejas historias gota a gota
se pierden entre las sílabas del humo
Bajo mi piel casi sin darme cuenta
campan los desperfectos a su antojo
cual hijos putativos
que en la vejez la vida nos devuelve
para que el resto del mundo los conozca
Sobre mi piel los estragos del naufragio
la orografía que muestra la amarga sed de tiempo
a la contemplación morbosa de la gente
LXXIII
Los dioses disponen de identidad propia, la eterna
juventud que colma de energía sus cuerpos marmóreos
El más mortífero de los dioses, el dios de la guerra,
ordena tocar las trompetas si los esclavos gritan
libertad y las sacerdotisas les cubren coreando
salmos eróticos compulsivamente
En el ágora, la poética se tiñe de sangre
En el ágora, la poética se tiñe de sangre
impregnando la inmortalidad de los dioses de lujuria
LXXIV
David Wark Griffith fue un gran pionero
LXXIV
David Wark Griffith fue un gran pionero
del cinematógrafo y se enfrentó radicalmente
a la censura hasta que un derrame cerebral
acabó con su vida prematuramente
Desde entonces, infinitos especimenes ultra
Desde entonces, infinitos especimenes ultra
religiosos nos niegan el libre albedrío
Para velar por nuestra salvación, pontifican
LXXV
Soledad, incomunicación, retraimiento o reclusión
son emociones colindantes a un vacío
Para velar por nuestra salvación, pontifican
LXXV
Soledad, incomunicación, retraimiento o reclusión
son emociones colindantes a un vacío
que aborrecemos
Aún podría ser peor, si al buscar compañía
la encontramos sumergida en lágrimas y silencio
LXXVI
En nuestro planeta empieza a escasear
Aún podría ser peor, si al buscar compañía
la encontramos sumergida en lágrimas y silencio
LXXVI
En nuestro planeta empieza a escasear
la yerba y los animales abandonan enloquecidos
los pastos
Entre tanto, los hospitales psiquiátricos
Entre tanto, los hospitales psiquiátricos
se convierten en inmensos zoológicos sin ventanas
ni puertas, habitaciones sombrías repletas
de excrementos en las que a los rebaños
les prohíben las trovas asilvestradas
Antediluvianos iceberg se deshacen entre el vértigo
de los Océanos colmando la tierra de peces
Antediluvianos iceberg se deshacen entre el vértigo
de los Océanos colmando la tierra de peces
pertrechados con cuadernos de bitácora
LXXVII
Preciso vivir en soledad para no parecerme a nadie
y converso con el más allá preguntándole con ansia:
¿Tú como eres?
No temo la muerte –afirmo-, lo que me horroriza
de la eternidad, es volver a caminar por otro
LXXVII
Preciso vivir en soledad para no parecerme a nadie
y converso con el más allá preguntándole con ansia:
¿Tú como eres?
No temo la muerte –afirmo-, lo que me horroriza
de la eternidad, es volver a caminar por otro
laberinto construido entre idénticos espejos
LXXVIII
Hierve mi sangre
en cada eclipse de estrellas
y hasta la cama del dormitorio
resulta excesiva
para compartirla con la misoginia
por más tiempo
Concentrado en éstas reflexiones
el deseo golpea las ventanas
y el maullido de los gatos en celo
cose la tristeza
con puntadas de nieve
a mis pupilas
Volverá la oscuridad
a decirme
que he derrochado
cien crepúsculos en línea recta
pisando los bordes del vacío
y que es inútil inventariar
las fugaces victorias
ávido de coartadas
de un milagro
Hasta la razón me recrimina
que decidiera sumarme sin cautelas
al cortejo genital y librepensador
de los egocéntricos
LXXVIII
Hierve mi sangre
en cada eclipse de estrellas
y hasta la cama del dormitorio
resulta excesiva
para compartirla con la misoginia
por más tiempo
Concentrado en éstas reflexiones
el deseo golpea las ventanas
y el maullido de los gatos en celo
cose la tristeza
con puntadas de nieve
a mis pupilas
Volverá la oscuridad
a decirme
que he derrochado
cien crepúsculos en línea recta
pisando los bordes del vacío
y que es inútil inventariar
las fugaces victorias
ávido de coartadas
de un milagro
Hasta la razón me recrimina
que decidiera sumarme sin cautelas
al cortejo genital y librepensador
de los egocéntricos
LXXIX
Sé que para todas las mujeres
que me amaron he muerto
Como si nunca
hubiera existido para ellas
Aunque intuyo que pronto moriré
Y les daré la razón contra
mi voluntad
LXXX
Recorres los suburbios
de la realidad
y los sedimentos envenenan
tus raíces,
sobrevives atrapada en una estación
por la que no pasan los trenes
desde la adolescencia
De un día al otro
sólo te abraza el aire,
o te palpa los pechos
un cuchillo oxidado
por el orín del tiempo
y te desnudarás para la muerte
prendiendo los reflejos
de la nieve
con un pudor fingido
Mujer
de rasgos invisibles
mirando la lluvia
tras el cristal lunar
del alma
Como si no vivieras
Sé que para todas las mujeres
que me amaron he muerto
Como si nunca
hubiera existido para ellas
Aunque intuyo que pronto moriré
Y les daré la razón contra
mi voluntad
LXXX
Recorres los suburbios
de la realidad
y los sedimentos envenenan
tus raíces,
sobrevives atrapada en una estación
por la que no pasan los trenes
desde la adolescencia
De un día al otro
sólo te abraza el aire,
o te palpa los pechos
un cuchillo oxidado
por el orín del tiempo
y te desnudarás para la muerte
prendiendo los reflejos
de la nieve
con un pudor fingido
Mujer
de rasgos invisibles
mirando la lluvia
tras el cristal lunar
del alma
Como si no vivieras
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2 comentarios:
Magníficos poemas, versos profundos y bellos como tu poesía Fernando.
Un abrazo
Muy, muy buenos. Realmente hacen reflexionar y musicando Paco Ibañez a Celaya, qué voy a decir.
Excelente.
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