PRESENTACIÓN POEMARIO "TRANSPOÉTICA" DE LEO ZELADA
El viernes 23 de Septiembre se presentó en Madrid, en La Buena Vida - Café del Libro, el último poemario del poeta peruano Leo Zelada, con gran asistencia de público y de amigos poetas y escritores, que quisieron estar presentes en el acontecimiento y que acompañaron a Leo con la lectura de poemas del libro.
Leyeron poemas, Jesús Ferrero, Milagros Salvador, Teresa Sebastián Poesía, Jesús Benítez, Marina Casado Hernández, Roberto Menendez, Ahmad Yamani, Sofia Winter, Martín Rodgao, Raquel Bernardino Galiano, Carlos Meiek y Mar Lozano Reinoso.
La presentación de Transpoética fue uno de los grandes acontecimientos de la temporada poética en Madrid.
Transpoética
Hace demasiado tiempo que me dura esta resaca maldita.
Hace demasiado tiempo que aguanto esta bohemia incansable.
Hace demasiado tiempo que beso en la noche el oculto misterio.
Hace demasiado tiempo mi cuerpo es literatura.
Bajo mis pestañas de nieve hay un eclipse de luna
y una pregunta
¿El tiempo es un vestido negro que el universo se pone para ti?
Todas las madrugadas de regreso a casa
converso con Cervantes y Quevedo en mi calle
y por la mañana me tomo el café con Lope de Vega.
Salgo de mi habitación
pero mi mente desvaría y contempla auroras boreales
donde otros solo ven faroles cenizas.
Como Alonso Quijano no sé qué es fantasía
o dónde acaba la página en blanco.
Baudelaire se sienta ahora en mi mesa.
Poesía es el candor del poema
En cada baño vomito mis versos imperfectos
y en cada barra de un bar
abjuro de un improvisado confesor al cual
religiosamente maldigo.
En la pista de baile danza la esquiva metáfora,
porque la noche es larga y esto recién empieza.
No juegues con palabras que como infalibles gallinazos
acabaran ahogándote en un vaso de vodka y tónica agua.
Con colegas poetas escribo poemas
a cuatro manos en libretas innombrables,
servilletas y bolis de colores,
mientras hablamos de la vida puta y amores funestos
y echamos una risas con unas copas.
Solo entonces logramos hacerle una zancadilla
sorpresa a la muerte y hacerla caer de culo.
Con abrigo y bufanda devoro este ciudad inmensa.
En las plazas convoco a Lorca y Vallejo,
en cada calle angosta discuto con Bolaño
y en un portal le toco el timbre a Borges y lo despierto.
Como un Jaguar en medio de cazadores blancos,
callado espero mi momento para saltar.
Las horas avanzan
como el universo bajo nuestros pies
mientras el licor es ahora mi sangre.
Estoy tan ebrio de poesía que no necesito beber más.
Pero la noche me llama...
Sigamos entonces adelante,
¡Loca, loca, loca poesía!
Hasta sentir el frenesí azul.
Hasta alcanzar las estrellas en peldaños de plata.
Hasta convertir el insomnio en una autopista
de palabras durante la noche.
Hasta contemplar otra vez el mundo con sorpresa.
Hasta ser la poesía misma, polvo interestelar,
hijo de la madre tierra, poesía hecha carne.
Transpoética
Hace demasiado tiempo que me dura esta resaca maldita.
Hace demasiado tiempo que aguanto esta bohemia incansable.
Hace demasiado tiempo que beso en la noche el oculto misterio.
Hace demasiado tiempo mi cuerpo es literatura.
Bajo mis pestañas de nieve hay un eclipse de luna
y una pregunta
¿El tiempo es un vestido negro que el universo se pone para ti?
Todas las madrugadas de regreso a casa
converso con Cervantes y Quevedo en mi calle
y por la mañana me tomo el café con Lope de Vega.
Salgo de mi habitación
pero mi mente desvaría y contempla auroras boreales
donde otros solo ven faroles cenizas.
Como Alonso Quijano no sé qué es fantasía
o dónde acaba la página en blanco.
Baudelaire se sienta ahora en mi mesa.
Poesía es el candor del poema
En cada baño vomito mis versos imperfectos
y en cada barra de un bar
abjuro de un improvisado confesor al cual
religiosamente maldigo.
En la pista de baile danza la esquiva metáfora,
porque la noche es larga y esto recién empieza.
No juegues con palabras que como infalibles gallinazos
acabaran ahogándote en un vaso de vodka y tónica agua.
Con colegas poetas escribo poemas
a cuatro manos en libretas innombrables,
servilletas y bolis de colores,
mientras hablamos de la vida puta y amores funestos
y echamos una risas con unas copas.
Solo entonces logramos hacerle una zancadilla
sorpresa a la muerte y hacerla caer de culo.
Con abrigo y bufanda devoro este ciudad inmensa.
En las plazas convoco a Lorca y Vallejo,
en cada calle angosta discuto con Bolaño
y en un portal le toco el timbre a Borges y lo despierto.
Como un Jaguar en medio de cazadores blancos,
callado espero mi momento para saltar.
Las horas avanzan
como el universo bajo nuestros pies
mientras el licor es ahora mi sangre.
Estoy tan ebrio de poesía que no necesito beber más.
Pero la noche me llama...
Sigamos entonces adelante,
¡Loca, loca, loca poesía!
Hasta sentir el frenesí azul.
Hasta alcanzar las estrellas en peldaños de plata.
Hasta convertir el insomnio en una autopista
de palabras durante la noche.
Hasta contemplar otra vez el mundo con sorpresa.
Hasta ser la poesía misma, polvo interestelar,
hijo de la madre tierra, poesía hecha carne.
Diario La Razón: Leo Zelada conquista Madrid con su última obra poética «Transpoética»
Por E. Guaylupo.
Leo Zelada, seudónimo literario de Braulio Grajeda Fuentes (Lima, Perú, 1970), es un soberbio poeta peruano que se ha consolidado en España y que ha sorprendido gratamente al mundo cultural hispánico con su último poemario «Transpoética», fijando los perfiles de lo que puede ser un nuevo proceso evolutivo de la poesía hispánica postmoderna, pero con profundas raigambres clásicas en nuestra tradición literaria.
El texto dividido en cuatro partes, crea un fresco diálogo entre la literatura clásica y las formas más contemporáneas de la poesía.
Este Poemario va desde la astronomía, la tradición griega clásica, la poesía de la brevedad, la prosa poética, la poesía contestaría en los tiempos de la post-historicidad, la lírica en formatos híbridos, hasta el minimalismo y la metapoesía.
La palabra vuela de su irreverente mano, transgresora, profunda, dolorida pero decidida en la búsqueda de la libertad que todo poeta añora en lo más profundo de su corazón.
El autor es un alma hambrienta de libertad existencialista que se eleva sobre los Cielos de una noche del Madrid más cosmopolita y decadente, fijando los ojos en esas estrellas de la inspiración que la polución cultural actual niega a nuestros desesperados ojos.
Leo Zelada, con su nueva obra, nos sorprende una vez más, fiel a su estilo, atravesando, como el dice, «la Llama de la Poesía», rasgando el velo de lo invisible, como ese círculo solar, que diría Roy Campbell, cuyos colores nos impiden ver la realidad de lo profundo, de lo invisible, de lo más hermoso que nos alejará de la realidad que nos ahoga en sus cotidianidades.
Un Poeta verdadero es el que no para de buscar, de ahogarse en sus vacíos e incoherencias más íntimas, de emocionarse en la belleza de lo inmaterial, en incesantes y furtivos encuentros con las musas que le acompañan, que le provocan y seducen, que le utilizan para trasladar a este Mundo esas ideas, las ideas, verdadero alimento del alma caída por su propia naturaleza pero rebelde, insumisa a un destino de materialidad que en el fondo de su corazón detesta.
Leo Zelada, aunque no lo sepa, es un almogávar de la poesía que va por libre, un aguerrido escritor de sus principios, que lucha, combate y se regocija en sus victorias y en sus derrotas, porque su anhelo perpetúo es trasladar ese don que le ha sido concedido.
Leo apuesta por la controversia, se sale de ese autocensurado patrón contemporáneo del poeta neutro y aburrido, y exhala palabras que conmueven e invitan a la reflexión; y que nos invita a los lectores a preguntarnos y plantearnos las verdaderas causas de ese mundo que transmite con verdadera congoja, maestría y generosidad.
La publicación de esta última obra por la prestigiosa y consolidada Editorial Vaso Roto es una prueba del momento dulce del autor y de que el eco de sus palabras alcanzará límites mundiales.
El que quiera conocer más de la obra de este poeta tiene a su disposición los poemarios Delirium Tremens (1991), Diario de un cyber-punk (2001), Opúsculo de Nosferatu a punto de amanecer (2005), La senda del dragón (2008), Minimal poética (Vaso Roto Ediciones, 2010); la novela American Death of Life (2005) y la traducción Antología poética del imperio inca (2007).
Leo Zelada prosigue su exitoso recorrido poético-vital y nos ofrece hoy y ahora en un alto en su camino literario, «Transpoética», una obra de arte de palabras postmodernas, una nueva estrella de su Corazón Universal.
“Transpoética”, de Leo Zelada: vivir y sangrar la poesía
por Marina Casado
La poesía está de moda. El auge de Facebook, Twitter, Youtube y demás redes sociales ha contribuido a la creación de hordas de “poetas” que buscan desesperadamente la fama, el aplauso fácil y el like, exponiendo de forma más o menos lírica sus aventuras y desventuras íntimas o sus opiniones superficiales sobre la sociedad. La poesía está de moda porque se constituye como el género ideal para las redes sociales. Resulta inconcebible publicar una novela en Twitter, pero los “micropoemas” están a la orden del día –y del retuit-. Lo “micro”, precisamente, es lo que fomenta la cultura digital que invade nuestro presente. También está el concepto de poesía como espectáculo y, por él, el término “poesía” ha engordado peligrosamente hasta abarcar formas tales como las slam poetry –que de poetry tienen muy poco.
En estos “malos tiempos para la lírica” surge de repente el nuevo poemario de Leo Zelada, que se erige como eficaz revulsivo contra toda esta pléyade de poetas tuiteros, “youtubers”, raperos. Lo es por lo que dice y por cómo lo dice. Porque Zelada escribe poemas extensos, pero también poemas cortos, incluso micropoemas, demostrando que las formas breves en la poesía no son sinónimo de superficialidad. Y su libro es y quiere ser una bofetada lírica e ingeniosa contra los falsos poetas, una reivindicación de esa vocación literaria que conduce irremediablemente hacia la bohemia. Más allá de la crítica, contenida sobre todo al final del libro, Zelada abre las puertas de su alma lírica a los lectores.
El poemario, titulado Transpoética (Vaso Roto, 2016), se divide en cuatro partes cuidadosamente trazadas por su autor. En la primera, asistimos a la creación del universo-poema en “Big Bang”:
En este instante como el agua, todas las constelaciones del universo
caben en mi mano.
Decía Huidobro que “no se debe cantar a la rosa, sino hacerla florecer en el poema”. Así, Zelada se convierte en su obra en un dios poético con el poder de crear mundos. Nos trae súbitamente el universo, con ese Big Bang cuya explosión centellea a lo largo de todo el libro. ¿Y qué es la literatura, sino la capacidad de crear universos? ¿No son los poetas, como decía Cernuda, los elegidos de los dioses para transmitir el secreto de la naturaleza a los hombres? En la poesía de Zelada, la naturaleza –el viento, el mar – tienen esa misma capacidad creadora. El poeta fija su atención en detalles insignificantes, como una hormiga roja, hacedora de auroras boreales. Escucha a esa naturaleza y ella le habla. Hay en esta primera parte una dimensión casi mística cuando trata de explicar el momento de creación, la división del fenómeno poético en materia y silencio, que también lo dividen a él mismo.
En la tercera y en la cuarta parte se expone el día a día del “oficio” de poeta. La cuarta parte es, a mi juicio, la más valiente, la que no puede dejar al lector indiferente. La apoteosis final de la obra. En ella hallamos poemas impactantes y precisos como “Dark Poetry”, “Underground Poet”, “Transpoética”. El mismo autor que se fundía con la calma azul del mar y del cielo escupe ahora sangre con destellos de poesía, vaga por la noche de Madrid y se convierte en la noche de Madrid. No es una poesía egocéntrica, aunque emerja de un alma solitaria: vuelve la mirada a las personas que duermen en la calle, a los desfavorecidos, a los grupos con los que se va cruzando. Denuncia la banalidad en la poesía y crea una valiente declaración de intenciones:
Yo no caigo en el cuento de la autocompasión. Ni el de tus rimas edulcoradas.
ni el de tus rapeos demagogos.
La rebeldía falsa que acaba cuando llegas a la casa de tus padres.
La poesía no es un circo.
Si un poeta no habla de lo humano, entonces no es poeta.
En toda la obra, se refleja la vasta formación cultural a través de constantes referencias a los clásicos universales –Kafka, Borges, Pessoa, Bolaño, Baudelaire, Vallejo, Beckett, Poe, Rimbaud, Cervantes, Quevedo, Lope de Vega…-. El autor no se limita a citarlos, sino que se traslada a su universo de ficción –por ejemplo, cuando se convierte en el escarabajo de Kafka en “Travesía hacia Andrómeda”- o los introduce en su irreal realidad en el fabuloso poema final que le da título a la obra: “Transpoética”. En él, conversa con Cervantes y Lope de Vega, discute con Bolaño, interrumpe el sueño de Borges a altas horas de la madrugada. El tiempo, dentro del universo lírico de Zelada, se relativiza y destruye las fronteras entre pasado y presente.
También la tradición clásica deja una huella importante en la obra, demostrada en numerosas alusiones. El poeta recibe el legado de Horacio frente al mar en “Ataraxia” y se considera un Prometeo, por llevarle el fuego de la poesía a los hombres. Ítaca para él es la poesía y uno de los atajos para regresar lo constituye el amor. El amor, que también lo hace fundirse con la naturaleza en “Afrodita”. La paz, la sensación de bienestar y de cierto apartamiento que se respira en los poemas más marítimos contrastan con la rebeldía del Zelada de otros poemas, de este “Underground Poet” que arremete contra la falsa moral y se funde con la urbe y con la noche.
Aunque no lo menciona, el espíritu ingenioso de Gómez de la Serna, inventor de la greguería, reluce también en algunos versos: “Un poeta es un mendigo de metáforas”, “Una biblioteca a la intemperie / puede ser un paraíso / para los bárbaros”.
La obra se constituye como una exposición de la poética de su autor ya desde el título, Transpoética, que alude también al viaje, al dinamismo de un poeta que ha viajado por gran parte de América y Europa, estableciéndose finalmente en Madrid, ciudad que ha bautizado como “la nueva París literaria” en los ya célebres encuentros poéticos en los que reúne a escritores de todo lo largo y ancho de este mundo. En uno de estos encuentros tuve la suerte de conocerlo cuando él me ofreció amablemente participar. Por detrás del poeta, de Leo Zelada, se esconde el hombre: Braulio Rubén Tupaj Amaru Grajeda Fuentes (Lima, 1970); un hombre introvertido que, según dice él mismo, no se siente cómodo entre las multitudes. Y que, sin embargo, no duda a la hora de ayudar a los que empezamos, de darnos la oportunidad de recitar en sus encuentros e incluso de ofrecernos consejos. En Leo Zelada, el hombre es también el poeta. Quedan pocos como él, que vivan en esa especie de bohemia de otra época en la que la poesía es el aire que se respira. Su pasión es admirable. Y pasión y talento han sido lo que lo han convertido en autor de seis poemarios, una novela y numerosas traducciones y antologías, y ganador, en 2015, del premio Poetas de Otros Mundos, otorgado por el Fondo Poético Internacional de España.
Él mismo afirma que su último poemario, Transpoética, es su obra más lograda. Sin lugar a dudas, es un libro que no puede dejar indiferentes a sus lectores.
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