Pintura de Carmen Mansilla
I
MUERE LA TIERRA
Muere la tierra quemada
bajo el asfalto que niega el latido
de los árboles
buscando el agua secreta del invierno
en la ciudad que suplanta de cemento
a la naturaleza
la niebla es humo de automóviles
y la lluvia golpea los espejos de cristal
que abrazan a las oficinas
Han repoblado de videocámaras las calles
huecos ojos digitales que espían
la soledad desplomada de la multitud
y la inclemencia de lo cotidiano
se desvela morbosa
desde la caverna irreverente de los patriotas
los ciudadanos sólo son un código
náufragos que regresan a sus jaulas
en impersonales ascensores
En la memoria silenciosa de otra noche
las sirenas de la policía
perturban la frágil intimidad
de los sueños
II
ME ACERCAS TUS MANOS
Me acercas tus manos arrancadas de la tierra
a través de la noche del viento y del amor
manchadas por un vino endurecido y áspero
que derrama vino añejo sobre las abejas
Las tomo entre las mías y me moja el sudor frío
que intenta devolver la furia de la sangre
al corazón cien veces malherido
por las amargas impurezas de la miel
III
INSUMISOS
La multitud se asoma a la memoria
sintiéndose apremiada por el tiempo
y periódicamente hace balance
de las botellas vacías de cerveza
Ajena a la mediocridad
la ilegalidad convoca en las entrañas
de la noche a presuntos delincuentes
investidos de una dignidad no impuesta
que en clandestinidad comparten
la fruta prohibida de su libertad
sorteando el espíritu alienante
de las leyes
IV
LA LIBERTAD
La libertad es un oscuro vacìo
en el árbol genealógico de lo conveniente
desterrada en el linaje de la realidad
accidental graffiti
en el margen del libro apócrifo
de la inteligencia
deambula por el tiempo
sin compartir siquiera la voz
con la legalidad del diccionario
Negada por los errabundos de la verdad
es cómplice de la marginación
en el amputado aprendizaje de la sociedad
su silla permanece vacía
en el sótano olvidado de la razón
fortalecida por las caricias
que inventa con el roce del viento
aliada del silencio
en la puerta cerrada a la vida
cadena perpetua para el amor imaginado
cristal transparente que usurpa
la función inútil del espejo
Pero mientras su sombra exista
anidará la ansiedad en los canallas
V
IMPOSTORES
Me adentré en una muchedumbre
plagada de impostores
sabiéndome uno de ellos
y me impactaron
los ojos tristes e infelices
de los resignados
Se intuían las ráfagas del miedo
en los imprecisos movimientos
y la docilidad sonámbula
enquistada en la costumbre
conversos de una fe invisible y necesaria
vacíos
abducidos por credos infalibles
gregarios que anhelan
alcanzar un liderazgo inútil
No supe de su procedencia
apellidos o raza
pero hoy les debo el disfrutar
del transeúnte resplandor de los elegidos
2 comentarios:
Muy buena poesía, como siempre.
Felicidades.
Me gustaron mucho. Especialmente la I y la IV. El mundo natural se muere y alguien acabará cobrando la entrada para verlo como espectáculo.
Un abrazo.
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